jueves, 25 de junio de 2015

El fantasma negro de las rocas


Hoy 25 de junio, Jorge Leonor y yo hemos ido en busca de un pajarillo negro, de cola blanca, que se refugia en terrenos rocosos. Es muy esquivo, y yo nunca lo había visto. Para ello, nos hemos dirigido a Navandrinal, un pequeño pueblo enclavado en la montaña, donde la Sierra de la Paramera abandona los páramos que la dan nombre y alcanza sus cumbres más elevadas y escarpadas. En la cara Sur de la sierra, a la sombra del Zapatero, se encuentran unas vastas formaciones graníticas: el lugar adecuado para buscar al fantasma negro. 

Llegamos sobre las 18:45, salimos del coche, y nos internamos en los mares de roca. Al poco rato, aparecieron collalbas grises (Oenanthe oenanthe) y rubias (Oenanthe hispanica), aves que estarían presentes por todo el camino. Bien, ahora tocaba la tercera... Tras caminar un poco más, apareció un roquero solitario (Monticola solitarius) y justo cuando le perdimos de vista, vimos, posado sobre una gran roca, al fantasma negro: la tercera collalba ibérica, la collalba negra (Oenanthe leucura). A partir de entonces, la pudimos ver prácticamente durante todo el recorrido, e incluso llegamos a ver la pareja. La luz, era bastante mala, pero aún así, mientras nos pasaban por encima vencejos comunes (Apus apus), golondrinas dáuricas (Cecropis daurica) y aviones comunes (Delichon urbicum) y roqueros (Pytionoprogne rupestris), conseguí hacer fotos bastante decentes.


Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.
Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.
Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.
Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.
Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.
Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.
Collalba negra (Oenanthe leucura) en Navandrinal.

Y así pasamos la tarde, observando a este pequeño pero a la vez espectacular pájaro.


Un saludo.

martes, 23 de junio de 2015

Sorpresas en los Serones.

 El sábado 20 de junio, decidí pasar lo que quedaba de día en el embalse de los Serones o del Voltoya, pues aunque el paso de la mayoría de las especies de aves a tocado a su fin con el inicio del verano, confiaba en ver algo interesante. Llegamos a las 20:30 aproximadamente, y las primeras sorpresas no se hicieron de rogar. Desde la carretera de El Espinar, que atraviesa el embalse, vimos dos sisones (Tetrax tetrax) machos alimentándose junto a cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) en los pastizales al Sur del embalse. La distancia era enorme, por lo que solo pude hacer fotos puramente testimoniales:

Sisón (Tetrax tetrax) en Campo Azálvaro.
Sisón (Tetrax tetrax) en Campo Azálvaro.
Sisón (Tetrax tetrax) en Campo Azálvaro.
Sisón (Tetrax tetrax) en Campo Azálvaro.

Aún emocionado por este avistamiento, vi a través del telescopio tres estérnidos sobrevolando la cola del embalse, a una distancia enorme de donde yo me encontraba. Con vientre y parte inferior de las alas blancos y parte superior gris, volaban casi a ras del agua. En un principio los identifiqué como fumareles cariblancos, pero tras hablar con expertos y comparar imágenes de varios estérnidos, determiné (o mejor dicho, determinamos) que se trataban ni más ni menos que de ¡charranes comunes (Sterna hirundo)! Aunque ya se les había citado en el embalse, se trata de una cita extraordinaria. Además, yo nunca los había visto en Ávila, pues se trata de una especie muy escasa y puntual en nuestra provincia.

Al día siguiente, el 21 de junio, el día más largo del año, volví al humedal, pero esta vez en lugar de "instalarme" en la carretera que atraviesa el embalse me instalé en una colina tras la cola, al Sur de la masa de agua. Nada más llegar, me llamó la atención un bando de unas 30-40 chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) que volaban a gran altura en dirección Oeste. Mientras, en la cola, un barrido rápido con el telescopio me permitió ver un buen grupo de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), cuatro gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), tres garcetas comunes (Egretta garzetta) y aves típicas del embalse como garzas reales (Ardea cinerea), ánades azulones (Anas platyrhynchos), fochas comunes (Fulica atra) y gallinetas (Gallinula chloropus). Pero rápidamente entró en escena un ave, cuanto menos, singular: la pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica). Se trata de un estérnido escaso pero anual, que todos los veranos aparece en bajo número en el humedal. Un adulto sobrevoló la cola del embalse cazando insectos para al poco rato posarse junto con unas gaviotas reidoras. Con telescopio se la veía bien, pero a la hora de hacer fotos... Os dejo la "mejor":

Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica) en el embalse de los Serones
(se aprecia la mancha negra que va del pico a la nuca, característica de la especie).
El resto de la tarde transcurrió sin novedades, pero cuando el sol estaba a punto de desaparecer y finalizar así el día más largo del año, las aves que habían pasado la tarde posadas comenzaron a volar de un lado para otro de la cola, bien alimentándose o bien buscando un lugar propicio para pasar la noche. Pude ver durante un buen rato a la pagaza cazando insectos y riñiendo con las gaviotas de vez en cuando. Ya cuando nos íbamos, apareció de entre las garcetas una espátula (Platalea leucorodia). Avistamiento muy curioso pues, aunque en paso está bien repartida por la provincia, en verano escasean bastante (en esta época, solo se las puede ver en el embalse de Rosarito).

Atardecer en Campo Azálvaro.

El pescado estaba vendido, así que nos marchamos. Pero aún quedaba una sorpresa, una sorpresa azul...
Volviendo a la ciudad, vimos posada sobre el tendido eléctrico una pareja de carracas europeas (Coracias garrulus). Eran las 22:00 pasadas y el sol se había ocultado tras la Sierra de Ojos Albos, así que solo tuve la luz suficiente para identificarlas. Cuando llegamos al embalse dimos la vuelta para volver a verlas mejor, pero habían desaparecido...

Habrá que volver, a intentar ver las carracas de nuevo y descubrir las sorpresas que encierra este embalse.

Un saludo.