miércoles, 23 de julio de 2014

Paseo en bicicleta por el Valle Amblés.

Hoy, 23 de julio, me he levantado pronto para cogerme la bicicleta e irme a dar un paseo por un camino de tierra que atraviesa gran parte del Valle Amblés, de Ávila a Salobralejo. Hoy tan sólo quería llegar hasta donde conozco, es decir, hasta El Fresno. Salí de casa sobre las 09:25, casi media hora más tarde de lo previsto. En menos de diez minutos, ya estaba en el camino.
La tarde anterior, también había estado por este camino y vi (además de las aves que vi hoy, que ya contaré más adelante) terreras comunes y una calandria, por lo que me figuraba que las aves "estrella" del día serían los aláudidos. Sin embargo, no fue así...

Atardecer en el Valle Amblés

Al principio, el camino esta rodeado de árboles que albergan palomas torcaces, gorriones comunes y verdecillos. Pero a medida que se dejan los árboles atrás, el camino se va animando y empiezan a aparecer collalbas grises y cogujadas comunes. Estas últimas, como es normal en un paisaje de cultivos y barbechos, me acompañarían durante todo el viaje y serían la única especie de aláudido que vería hoy.
Otras aves fáciles de ver son las abubillas, las cornejas negras y los cernícalos vulgares que buscan alimento en los campos colindantes y los jilgueros y pardillos que se posan en los cardos y arbustos de los márgenes del camino. Cuando ya llevaba hechos unos cuantos kilómetros, vi una rapaz sobrevolando una colina. Resultó ser un aguilucho cenizo hembra, especie que no esperaba ver, pero que me alegró el trayecto. También pude ver algunos aviones zapadores que se alejaban de sus colonias para aventurarse en los mares de secano en busca de insectos que llevarse a la boca.

Una vez en El Fresno, me senté a la sombra de un árbol para descansar mientras observaba como paseriformes como lavanderas boyeras y blancas, pardillos, verdecillos, jilgueros, gorriones comunes y chillones, urracas y cogujadas comunes acudían a beber agua del Adaja. Al mismo tiempo, aviones zapadores y de vez en cuando algún solitario abejaruco europeo hacían acrobacias aéreas sobre el río. Tras un descanso de veinte minutos, cogí la bici de nuevo para iniciar el camino de regreso. Pasé por la piscina municipal y, en frente de esta, sobre unos cables, pude contabilizar alrededor de treinta abejarucos europeos. En la entrada de mi blog un paseo junto el adaja os hablaba de un descenso de abejarucos por la zona, que cualquiera que visitara ahora El Fresno no se lo creería, pues parece que ya han llegado.

Barbecho

Hacia El Fresno...

Aún emocionado por esta gran noticia, dejé El Fresno y me interné de nuevo en los cultivos. Ya eran las 10:45 y el calor empezaba a ser agobiante. Aún así, mi bicicleta seguía levantando collalbas grises, cogujadas comunes, pardillos y jilgueros. Aproximadamente un cuarto de hora después, me percaté de la presencia de una gran rapaz sobre un poste eléctrico. La miré con los prismáticos, no la identifiqué, me acerqué un poco y salió volando. Estuvo volando un buen rato alrededor del camino, y durante todo ese tiempo estuve yo tratando de identificarla. Por debajo, era clarísima, practicamente blanca, por lo que pensé en que podría ser o bien un busardo ratonero en morfo claro o bien un águila culebrera. Finalmente, y con la ayuda del buscador de imágenes de Google, determiné que se trataba de un águila culebrera juvenil. Más tarde, lo consulté en una guía de aves para confirmalo y en efecto se trataba de esta bella rapaz.

Sobre el poste eléctrico, águila culebrera

Justo después de que se marchase el águila, apareció una bonita oropéndola de entre los árboles de una finca. Continué por el camino y vi dos aves de tamaño medio posadas sobre unos tendidos eléctricos. Se trataban sin duda del algún tipo de halcón o cernícalo, pero estaban demasiado lejos para determinar la especie. Unos abejarucos europeos pasaron por encima suyo y poco después una de las dos aves salió volando y vino a parar justo a donde yo me encontraba. Estaba encima mío, así que miré con los prismáticos y... ¡un cernícalo primilla! Su pequeño tamaño y la palidez de sus alas le delataban, era un cernícalo primilla hembra. Después de revolotear sobre mi un rato, se volvió al tendido eléctrico. Se posó sobre el poste más cercano, donde se encontraba el otro ave, y éste se posó donde se encontraba antes la hembra. Entonces, pude ver bien las alas de este segundo halcón y me di cuenta de que se trataba de un macho de la misma especie. Vaya bimbazo (o mejor dicho, vaya dos bimbazos), los cernícalos primilla se encuentran en peligro de extinción, y ver a dos ejemplares a escasos kilómetros de mi casa, es todo un privilegio.
Proseguí. El resto del camino estuvo sin novedades, a excepción de un pico picapinos que apareció casi al final del camino, en la zona arbolada.

Llegué a casa, sediento y exhausto, pero convencido de que esta gran mañana se repetirá.



jueves, 17 de julio de 2014

Aves por Irlanda

Como ya anuncié en una entrada anterior, he pasado tres semanas en Irlanda. He estado, del 23 de junio al 14 de julio, en un "campamento" para aprender inglés.
Pero no todo era perfeccionar mi inglés, pues también tuve muchas ocasiones para ver aves...

No se puede hablar de las aves de Irlanda (o al menos de Ballina, el pueblo al Noroeste del país en el que me encontraba) sin mencionar a los córvidos. Nunca había estado en un país en el que este tipo de aves fueran tan abundantes. En este grupo, los protagonistas eran las cornejas cenicientas. Cornejas bicolores, no muy difíciles de ver por Ballina y las otras localidades por las que nos movimos. Más abundantes y que las ya mencionadas, eran las grajas y grajillas. Eran muy confiadas, más que aquí. Las primeras eran las que más me llamaban la atención, pues por Ávila son aves que escasean...

Otras aves muy abundantes eran las lavanderas enlutadas. Más oscuras que nuestras lavanderas blancas, se podían ver por todos lados, es imposible ir a Irlanda y no verlas.
Ballina es atravesada por un "río", que más bien una ría, pues el nivel de agua de dicho "cuerpo de agua" (no se como llamarlo) sube y baja por la acción de las mareas.
El caso es que este río o ría se llama Moy, y todas las mañanas tenía que atravesarlo para llegar al colegio en el que teníamos clase por las mañanas. En este río solía ver lavanderas cascadeñas, aviones zapadores (ave que me extrañó ver, pues no sabía que la hubiera por aquí) y de vez en cuando cisnes vulgares (probablemente ferales o asilvestrados), ánades azulones y garza reales. También destacar el avistamiento de focas comunes en dos ocasiones.

El Moy junto a la catedral de Ballina
Un día, fuimos a dar un paseo en bicicleta por un bosque junto al Moy. Vimos (aparte de los omnipresentes córvidos y lavanderas) gaviotas reidoras y
argénteas, cormoranes grandes, garzas reales, ánades reales, avocetas y un gavilán.

También hicimos alguna excursión a otros pueblos y ciudades cercanas. Galway era una de ellas. En esta ciudad, las gaviotas reidoras y argénteas se comportaban como palomas en los parques. En Galway, me sucedió algo relacionado con las aves que no se si calificarlo de curioso, ridículo...
Me encontraba en una zona de canales cercana a la catedral fotografiando a las gaviotas ya mencionadas, pues se encontraban muy cerca de mi y con la cámara del móvil podía hacer fotos medianamente decentes. Tiré un montón de fotos. Más tarde, revisando las fotos, me percaté de que en una de ellas aparecía una gaviota que no era ni reidora ni argéntea. Pequeña, ojos negros, patas verdosas... ¡Una gaviota cana!
¡Había tenido una gaviota cana a unos dos metros de mi y ni me había dado cuenta! Os podéis imaginar la rabia que sentí al darme cuenta de que había tenido a esta especie tan difícil de ver en España al lado mío sin darme cuenta... No se si contarla como vista o no, pues aunque no la observé tengo una foto que da testimonio de que la tuve cerca.


Posada sobre la varandilla, gaviota cana
Gaviota argéntea
Gaviotas reidoras
                                                                                 
Gaviota reidora
Los días 6, 7 y 8 sucedió algo extraño a mi parecer, pues el 6 empezaron a aparecer muchísimos zorzales charlos por las zonas verdes colindantes a la casa en la que me hospedaba. Decenas de estas aves se alimentaban junto a pinzones vulgares, lavanderas enlutadas, mirlos, estorninos pintos y córvidos. Pero el día 8, del mismo modo que aparecieron, desaparecieron todos, y no volví a ver ninguno hasta el último día, cuando vi uno frente a mi ventana. Pensé que estarían en migración, pero por lo poco que se de este ave es que es sedentaria.

También fuimos a la playa de Enniscrone, un pueblo cercano a Ballina. Allí vi córvidos y lavanderas, gaviotas argénteas y un enorme gavión atlántico. También vi un ave que fue sin duda una de las estrellas del viaje: el bisbita costero. Nunca antes lo había visto, pues por España no son fáciles de ver y me estrené con este pájaro de la mejor manera, pues había muchísimos ejemplares y estaban cerquísima mío. Estaban tan cerca, que podría fotografiarles con el móvil pero no paraban quietos. También vi un pardillo común.


Rocas de la playa de Enniscrone en las que vi bisbitas costeros
 Un par de días después, fuimos de nuevo a la playa, pero esta vez en la localidad de Bundoran. Había bajamar, y las rocas quedaban al descubierto dejando a miles de invertebrados al descubierto. No exagero. Era imposible andar por las rocas sin pisar mejillones, lapas u otros bivalvos. Estos animales atraían a los omnipresentes córvidos, pero también a ostreros, zarapitos reales gaviotas argénteas y reidoras. En las inmediaciones del parking de la playa, vi volando a unas gaviotas argénteas con unas gavitoas con las alas muy oscuras. Por el tamaño deduje que eran gaviotas sombrías, que más tarde volvería a ver en unos prados cerca de Ballina.

Rocas de la playa de Bundoran


Esto es todo lo que os puedo contar de mi experiencia ornitológica en Irlanda. Experiencia muy positiva, teniendo en cuenta que todas estas aves las vi sin haber preparado ninguna salida ni llevar prismáticos.