lunes, 4 de agosto de 2014

Subida a Montehano.

Montehano es un pequeño monte de apenas 186 metros de altura que se alza solitario en medio de las llanuras y marismas que conforman el Estuario del río Asón (más conocido como Marismas de Santoña). 

El domingo 27 de julio, aprovechando que nos encontrábamos cerca, decidimos ir pronto por la mañana a subirlo. Llegamos al susodicho monte sobre las 09:00, y el día no pintaba bien. Todo el estuario estaba cubierto por una espesa niebla. Aún así, decidimos subir.


El camino de ascensión no es difícil de encontrar, se encuentra entre la cantera y las instalaciones de la misma, en frente del monasterio/convento de San Sebastián de Hano. Continuamos por éste (sin desviarnos por los demás caminos que aparecían a nuestra izquierda y derecha) acompañados por mitos y palomas torcaces, además de algún milano negro. Desde aquí se tendría que ver Santoña, Laredo, la zona de la Arenilla, el Alto del Gromo y el canal de Hano, pero por culpa de la niebla apenas se percibían estos lugares. En seguida nos adentramos en el encinar que cubre casi todo el monte, donde abundaban los carboneros comunes. A partir de aquí ojo, que no os pase lo que a nosotros, que seguimos andando todo recto y acabamos en la ladera sur del monte pues no nos desviamos por un estrecho sendero a la derecha del camino "principal" que sube al monte. Tuvimos que retroceder sobre nuestros pasos para tomarlo. Una vez allí, el camino es en "zig zag" y está muy empinado, por lo que es el tramo que tiene más dificultad. 

(Siento no subir fotos del búnker, no tenía ninguna decente)
A los pocos minutos de caminar nos encontramos con un sendero aún más pequeño y empinado que lleva a un búnker de la Guerra Civil Española, que visitariámos a la vuelta. Justo al lado de donde empieza el camino, hay unas trincheras también de la Guerra Civil desde las que en teoría se puede ver Gama y las marismas de Escalante, pero que no pudimos ver debido a la espesísima niebla. Unos metros más arriba, se encuentra un castillo en ruinas, y en la esquina de un pequeño muro hay un mástil del que ha sido arranacada (no sabemos si por el viento o las personas) una bandera de España. Esa es la cima. Tras una breve parada, nos dispusimos a bajar, no sin antes pasar por el ya citado búnker. La niebla ya se había disipado bastante por lo que pudimos gozar de algunas de las vistas:





Una vez abajo, los aviones roqueros revoloteaban por la cantera hasta que apareció un gavilán macho, que les asustó y parecieron desaparecer. Cuando nos íbamos a montar en el coche, una garza imperial, visitante estival fácil de ver en la zona, nos sobrevoló. 
Un paseillo muy majo, apenas tardamos una hora en subir y bajar (y eso que nos desviamos del camino y paramos en la cima) la pena fue no poder ver bien las vistas. Para otra vez será.

Cantera

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