El 21 de agosto del 2012 mi padre y yo fuimos al Embalse de Rosarito. Llegamos
a las 8:00 y como siempre, aparcamos el coche junto al muro y continuamos
andando detrás de éste. El embalse estaba prácticamente seco. Lo que hace unas
semanas era el lecho de un embalse, ahora era un desierto arenoso.
Desde el muro era imposible ver aves porque se concentraban en las
zonas de agua que quedaban, que estaban en el centro del embalse.
Así que mi padre y yo pasamos al lecho del embalse a través de un
hueco que había en el muro. Nada más salir del muro llegamos a lo que fue un
cabo con pinos y basura desde el que vimos un reducido grupo de cigüeñuelas,
decenas de chorlitejos chicos y gaviotas reidoras y algunos somormujos
lavancos, ánades reales y garzas reales. Y como no, paseriformes como cogujadas,
cornejas, rabilargos o herrerillos.
Continuamos andando por las interminables orillas arenosas hasta
llegar al siguiente cabo. Desde allí vimos orillas fangosas y pedregosas con
enormes grupos de limícolas mixtos en los que había chorlitejos
chicos y patinegros, gaviotas reidoras, gaviotas patiamarillas y andarríos
chicos y grandes. Además de grupos de cormoranes, ánades reales, garcetas y
garzas descansando en la orilla bajo la atenta vigilancia de un
milano negro.
Le dije a mi padre que nos internásemos en el lecho seco del
embalse porque veía una charca entre las arenas en las que podría haber aves.
Pero mi padre me dijo que allí no había ninguna charca. Era cierto, no había
una charca, era un espejismo.
Volviendo al coche vimos casi todo lo que habíamos visto antes. Me
llamo mucho la atención el elevado número de chorlitejos que había. Ya en el
coche, vimos volar sobre nosotros un aguilucho cenizo hembra que finalizó
nuestra visita al embalse de Rosarito. Saludos.
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